viernes, 30 de diciembre de 2011

Bacaramanga es un lugar que rompe. Rompió mis esquemas, la visión que de los demás tenía. Los imaginé haciendo corros ante la sorpresa, recaudando entusiasmos en la adversidad o enloqueciendo en fiestas interminables. Lanzaban conjuros renovadores y bebían zumos que las nubes dejaban caer. Todo aquí me sorprendía. Incluso yo, qué mirando desde las afueras les veía vivir un sinsentido cargado de razón. He dormido, he paseado o he jugado con Bacaramanga; muchas veces me hablaban y yo traducía las palabras a su lengua y las escribía. Con este pellizco a la existencia he crecido y disfrutado hasta lo indecible. ¡Qué no! Qué no se puede medir el placer del compartir. El enviar pequeños o largos telegramas diarios de una excursión que con los años ha sido una incursión. Ya es tiempo de buscar otros lugares, otras almas a las que retratar. Hoy es el día que marca el calendario y que sin duda llevaré tatuado en el corazón.



Cuando me pregunten, diré que sí, que es mi biografía y la de los muchos amigos a los que les gustó. Que seguiremos juntos porque por mi parte el callar no tiene aquí uso.


Todos vivimos en Bacaramanga, solo que a veces no leemos bien la señal que hay a la entrada y que es la misma que la de la salida. Porque una vez conocido, regresaremos. Cada locura suelta por el mundo es un lazo a Bacaramanga. Se cierran las tapas de cartón.


Muchas, muchísimas gracias por visitar este lugar. Por mirarme y hacerme sentir que hay un sitio como este en cada corazón y cada cerebro. Porque estos dos juntos, el corazón y el cerebro hacen que la humanidad funcione…Os quiero, un beso.

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