viernes, 30 de diciembre de 2011

10/12/11.- En Bacaramanga pusieron música y los peces bailaban con las gaviotas en la orilla. Las olas hacían el amor con la arena como la primera vez y el sol brillaba al compás de contento que estaba. Un enorme barco verde cielo, se acercó a saludar y en esas que todos subieron. Los del mar que son loborderos estaban contentos. Abrían todas las puertas para enseñar y en esas los peces, las gaviotas y el agua también se emocionaron. Nunca habían visto estos secretos guardados siempre a cubierta. De un extremo pende un cabo con el amanecer sujeto, es lo que tira con fuerza para buscar el amor perfecto. Las entrañas se hacían grandes al recibir y palpitaban con ruidos extraños que más parecía un habla que un sentir. En cada pared se salpicaban los asideros que invitaban a la caricia. El barco no podía más y comenzó a bailar. Todos querían tener una buena perspectiva y a la playa bajaron. Tanto les gustó que tonterías le decían para ver si con ellos se quería quedar. Y se quedó. Ahora vive en el cuarto izquierda de un corazón abandonado.



12/12/11.- En Bacaramanga están un poco preocupados. Vieron detenerse a una Prisa. Es curioso porque siempre funcionan muy bien y aunque no sirven de mucho se les tiene por incansables. Suelen hacer trabajos para la comunidad, como poner los adornos en las fiestas o servir bollos en la entrada del cine. “Empezó bien, con el auge que le caracteriza y poco a poco se iba apaciguando hasta pararse.” Comentaron algunas de sus compañeras a la prensa. Los vecinos, relatan que ya llevaba unos días intranquila y es posible que sea a causa del Amor. ¿Qué hace un Amor con una Prisa? Es imposible que esto acabe bien. Porque de todos es sabido, que el uno siempre renegó de las prisas y solo se saludan por cumplir. Los dejaron solos en un parque; los arboles perdieron las hojas, las flores se calculaban a sí mismas con el “me quiere, no me quiere”. Salió la luna. Por ver el caso.
Todo volvió a la normalidad; las prisas continúan siendo decoradoras y siguen dando bollos en los cines….Se recuerda la historia como un hecho luctuoso. El Amor se comió a la Prisa y ahora enamorarse es un poco más rápido para todos.






13/12/11.- En Bacaramanga el autobús se retrasa. La espera es grata y el Tiempo Perdido encontró amigos con los que conversar. Se habla en pasado del futuro al que no llegaran porque no viene la tartana. En esas llega la que no está. Su pelo roza el suelo unos metros atrás e ilumina la parada con la mirada. No hay más que verla para sentirse feliz. Todos se acomodaron entre los tirabuzones y hacían esfuerzos para no dormir. Es lánguido el trayecto.
Es una princesa de cuento que se cayó de un libro de aventuras.


En Bacaramanga los libros se cuidan mucho y cuando se transportan se agarran con fuerza para evitar desgracias. Es fácil perder un personaje o una decoración. Una vez se dio el caso, todo un capítulo se vino al suelo. Se instaló a las afueras y los autores se acercan a renovarlo porque es de obligada excursión los días de sol. Corren, los personajes perdidos, por todas partes buscando un quehacer y cuando paseas se acercan a contar su mellada historia. No se saben más que la parte que les hizo protagonistas pero todos ponen cara de admiración. A veces hacen trabajos extraños y complicados, como en este caso, el de la princesa de largos cabellos, que rescata pasajeros del olvido.






14/12/11.- En Bacaramanga la Suerte esta tumbada a la orilla del mar. Medita ella sobre los quereres; busca un amor desinteresado que le haga sonreír. Una ola revoltosa se acerca demasiado y le ha mojado los zapatos. En una roca los puso a secar y el sol creyó que de comida se trataba. Ahora tostados están. Enfadada se subió a una montaña con ánimo de dormir; las nubes creyeron que tenia calor de roja que la vieron y le salpicaron refresco. Se estaba poniendo enferma de tan raro había salido el día y en esas un árbol que por allí paseaba le ofreció unas ramas. Creyó ver el amor y balanceándose compartieron historias. La rama, que por suave era fina, se rompió y cayó al suelo. No se lo podía creer, hoy no era su racha.
Se infló tanto que de ellas chispas salían y el eco en su afán por repetir las hacia grandes. Abajo, en el pueblo pararon por un rato. Los regalos luminosos gustan mucho aquí y nadie desaprovecha la ocasión para sentirse feliz. Cuando la Suerte bajó la fiesta estaba preparada. Todos le abrazaron contentos y ella no pudo menos que sonreír. Las olas remojan los pies a todos y el sol está preparando la cena. Las nubes soplan para que el humo corra y cien niños se balancean en las ramas. Aun anda el eco iluminando el cielo y todos le dan las gracias por sentir que tienen por vecina a la buena Suerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.