viernes, 30 de diciembre de 2011

23/12/11.- En Bacaramanga aman las palabras. El sol ilumina las que inventan las nubes y las estrellas no paran de repetir. Las nubes, causan la enfermedad del lexema porque sus palabras son, a pesar de su sencillez, increíbles. Ellas denominaron “mesa” a un espacio con patas y en Bacaramanga se pusieron a la labor de crearlo. O el día en que se orientaron tontas y escribieron “nada”; mil anécdotas recorren las tertulias comentando la búsqueda y el encuentro. Significativamente la “nada” está relacionada con todo y sobre todo con las mesas vacías. Las estrellas que siempre quieren aprender se diversificaron. Están las que gustan de la concreción y por esto juegan con la materia y sueñan con mesas de colores. Otras siempre tienen collares con las palabras que unen…amor, querer, sentir…también están relacionadas entre sí y cuando ven una mesa la imaginan enamorada. Es importante decir que no hay un ritmo, ni una regla para estos inventos. El viento las revuelve; juega al “donde digo…pongo un higo” Siempre tan figurado él.

Los poetas se saben todas y cada una de las palabras; solo las manoseadas por las estrellas y que la luna les lleva a casa por las noches. Como tienen por vecinos a los músicos estos las escuchan bajito y nunca las entienden muy bien. Por esto las cantan, por disimular. Se pone una palabra en un guiso y se degusta; se pinta la casa o te haces una camiseta. Algunas personas llegan a maquillarse con las silabas. Los animales, siempre tan cautos, discrepan en la pronunciación.






26/12/11.- En Bacaramanga tuvieron una fiesta. El Sol los llamó, estaba contento. Los arboles cepillaron sus hojas; arremangaron las ramas bajas para no tropezar. Los verdes bajitos que son tímidos se colocaron por los centros para enseñar sus mejores colores. Animales de todas partes llegaron con sus suaves vestidos. Pidió al agua magia y esta se hizo fuente de mil sabores. A sus pies los peces silbaban las más bellas canciones. La Luna que es cantora se sentó junto a las estrellas que iluminaban hasta las más oscuras nubes.
Las gentes llevaron los platos más exquisitos y las salsas más elaboradas. Sus ropas estaban hechas con hilos de música, tejidas con puntadas de armonía porque a un evento así hay que ir refinado.
Tanto se divirtieron que dormidos de gusto quedaron. El, que pocas veces baja comenzó a recoger. Tantos rayos trabajando lo tenían sin descanso. Mientras recogía a los dormidos recordaba el buen rato pasado y sonreía. Cepilló las ramas de los altos y los recoloco donde quiso. Esparció arbustos y plantitas por los balcones y los paseos. Se sirvió de las nubes para devolver los peces al mar; posaba algunos en ríos y estanques solo por iluminar las aguas dulces. Rememoró las risas y las grabó en las estrellas, dando una de regalo a cada uno de los que allí acompañaron. Ahora todos los animales brillan en la oscuridad. Los sobrantes de la gula hacen asideros y bancas dignas de un buen descanso. La Luna que ve estos prodigios le pide un favor. Ella enamoradiza como es, necesita un compañero. Ya colocó todo en su sitio y los que quedan dormidos soñando están. Le regala los sueños más bellos y el querer de ellos. Tan bien lo habían pasado que su amor al Sol soñaban. Desde este día unidos están. Ella le ama, él la empapa de luz.






27/12/11.- En Bacaramanga hay cosas que no gustan. No son muchas las desafortunadas y bien saben que solo es cuestión de que alguien te las presente, las invites a cenar y veas lo bueno. Todo tiene “otro” lado y lo primordial es vivir en el. Desde que son bebes se les muestra todos los lados de las cosas, de las situaciones y en el entrenamiento solo aprenden que hay muchas puertas invisibles por donde entrar y salir. Una línea es algo que siempre desmarca a la alegría, crea tensión y recelo. Tan plana y ostentosa ella. Nadie en su juicio trazará ninguna pero hay veces que el poco previsor o la inocencia se deja llevar y…Esa línea recta que como una marca, divide; como una señal, dirige, o hace quebrados donde nada hay roto…marcará la diferencia. Y aquí si algo no hay son diferencias.
Dejó caer un canto y rodó por la tierra blanda. Marco una línea clara y potente que asustó a los niños. Corrieron las excusas por el pueblo y fueron a ver que podían hacer. La miraban y pensaban; y los pensamientos se escondían detrás de las orejas del repelús que tenían. La Línea que se sentía observada se aposentaba en el lugar; solo quería ser vista y admirada. Escuchaba los murmullos que nunca dicen nada y sentía el desprecio. En otras ocasiones solo es cuestión de tiempo. El viento suele borrar las líneas o las plantas que son valientes salen a los lados y la segmentan. Se disimulan plantando calabazas que con el peso acaban por romperlas.
Esta Línea les miraba confusa. No era ranura, ni perfil, ni quería serlo; solo era una tímida raya de natural espontaneo. Un chiquillo que sentía pena por ella la acarició y al instante pequeñas curvas hizo. Se acercaron a mirarla y vieron que la ternura es más fuerte que el miedo. Ahora la Línea es amiga. Llamó a otras compañeras y por fin pueden tender la ropa al sol o saltar a la comba.






28/12/11.- En Bacaramanga se quedaron todos ciegos. Curiosa la sensación del no ver. Primero se pararon absortos en la nada, luego se tocaron la frente como si de ella saliese la causa. Los pensamientos también andaban despistados; son limpios ellos y echaron mano de los sentimientos. El sentir, que no se ofusca nunca, tenía por gusto tocar. Se llegó a la piel como un último recurso y sintió. Todos sentían. Ni bien, ni mal.
El sol, que también estaba ciego calentaba como siempre porque al ser gordo, casi esférico, no tiene preferencias. Quizás un espectador que mirase, lo vería tirando hacia el lado por el que nunca se tumba. La luna, se asustó y a la primera estrella con la que se topó la hizo bastón. Los árboles y las plantas, que en un principio habían decidido no crecer, se tumbaron en el suelo para poder sentirse fijos; los frutos no dejaban correr a las semillas. Los animales pasaron de la sorpresa a la indignación, para terminar cantando blues sin sentido. Las aves, piaban y graznaban pidiendo paso y cuando chocaban se hacían uno. Encantadas estaban de conocerse.
En Bacaramanga abrieron todos los ojos y vieron. Un minuto duró el despiste, mil años lo aprendido. No se puede leer a Saramago y quedarse igual. Jugar y hacer bromas les hace grandes. Ahora, el sentir se siente importante y si bien seguirá tocándolo todo, ha decidido leer la piel y dejarse de cuentos.

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