sábado, 8 de enero de 2011

En Bacaramanga hoy hacen pan. Buscar el trigo más simpático tiene desventajas. Los granos amablemente se hacen harina y se empeñan en tener colores, nunca sabes el resultado final. Se juntan todos para amasar. Se pone música y un retozar de pigmentos lo llena todo. Las manos empiezan, los cuerpos siguen el juego. El calor de los eleme ...ntos infla la masa que se hornea con ritmo



Los bollos son melodía comestible a untar
En Bacaramanga hay unas piedras que cuando te oyen se pintan a si mismas el relato. Se usan a modo de notas serias porque quedara grabado para siempre. Si buscas efemérides te acercas a la montaña de piedras y todas tienen algo que contar. No están ordenadas, eso da igual porque la lectura siempre es agradable. Se dice: Tienes la retentiva de una piedra. Y eso es que lo que recuerdas es imborrable.
En Bacaramanga han revocado a la Lógica. Es como una señora atareada que camina a prisa de un lado a otro. Dice bajito, tengo razón o te lo dije. Ahora nadie usa el camino más corto para llegar antes. Dan un buen rodeo, charlan con los que se encuentran, visitan a los amigos y se quedan a merendar…llegan tarde. Ven a la Lógica farfullar. Se ponen cabeza abajo, las risas ruedan por el suelo y los pies quieren bailar.
En Bacaramanga se sienten iguales y parecidos. Iguales porque todos se han puesto un sombrero verde, hecho con hojas del árbol del olvido. Y parecidos porque olvidaron indistintamente. Unos el nombre, otros las palabras o los olores y alguno olvido el sentido. Se lo pasaban bien entre risas intentando recordar…El sol veía verdes y del más puro aburrimiento el aire soplo volando todos los sombreros. Volvían a recordar
En Bacaramanga todos se pusieron de acuerdo. Nadie iría a Ninguna Parte solo. Nunca más. A veces es difícil porque hay lugares pequeños donde no entran todos. Hicieron propuestas varias. Bocadillos para todos, riachuelos portátiles, grandes tranvías aéreos, zapatillas voladoras…Y uno se preguntó: ¿Por qué Nadie querría ir a Ninguna Parte? Y se fueron a merendar y ver como el sol juega al despiste en el horizonte.
En Bacaramanga barren debajo de los pensamientos, han reajustado las ideas y vuelto a modelar los gustos. Las casas se van escogiendo del montón según talla y color. Los útiles se reparten al tun tun, todo es necesario y sin más puede estar en casa del vecino que siempre es un placer pedirlo. Se ordeñan las flores. Los colores frescos resaltan más al anochecer.
En Bacaramanga han decidido cerrar los ojos largo rato. Todo lo tienen más que visto, olido y sentido. Hasta con los parpados relajados sienten lo que les rodea y eso…eso aburre mucho. Han pedido por correo un huracán para que venga a liarlo todo. Dejaran sea el sol el que vigile para que haga bien su trabajo. Por la tarde se despeinaran, pondrán las manos en la cabeza al ver el revoltijo. Es una gran oportunidad.
En Bacaramanga están más que servidos. Le han dicho a la Vida que mire para otro lado. Cuando alguien hace algo por los demás, por un amigo, por un desconocido...se siente especialmente bien, emana luz ultra blanca. Este sentimiento es diferente al que se consigue con cualquier otra cosa. La Vida devuelve el favor con creces. Y todos tienen tanto que han recibido que no quieren mas, no les cabe en...en el corazón
En Bacaramanga todo el mundo es conocido, todos son amigos y saben de todos menos de uno. No sabemos más que su nombre y nadie, nadie sabe su apellido. Ignoto le dicen y firma lo mismo un esquivo beso que el color tornasolado de las hojas. Si hay un cesto con frutas en tu ventana es el, seguro. El escalofrío que recorre tu espalda, es su dedo. Una suerte saber que detrás de la sorpresa esta Anónimo.
En Bacaramanga los cuentos empiezan por el final



"Y las perdices invitaron a comer a la princesa y al príncipe y fueron felices."


Siempre invitan las perdices y los niños se preguntan por qué no invitan ellos alguna vez


Andan en estas y los cuentos se terminan enseguida. Así que hay que volver a comenzar. Les cuentan como son grandes def ...ensoras del mundo. Los garbones amigos del sol, cabalgan sobre tulipanes gigantes
En Bacaramanga la Discreción esta casi en el olvido. Usaba trajes oscuros y hablaba bajito. Como nadie aquí tiene secretos ella cada vez estaba más delgada. Su mejor postura es la del disimulo y siempre tiene que estar acompañada. No sabía silbar. Le han regalado una flauta. Ahora se sienta en una esquina y la toca. Todos están contentos con ella, tanto que a veces le cuentan secretos para que tenga algo que guardar.
En Bacaramanga los libros se leen de dos maneras. Una en voz alta, sobre todo si te gusta el libro. La otra se lee bajito casi solo lo puede oír tu pelo de tan susurro que es. Son las líneas que hay ocultas y dobles. Las intenciones, los deseos que vela el autor o el significado de las palabras. Si estas risueño puedes comenzar por el final ya que los libros aquí son una sorpresa incluso en el prologo.
En Bacaramanga la duda tiene forma de polvo. Solo aparece cuando en el hablar las palabras llegan entre cortadas. Jugando hacen piruetas disfrazadas de sonidos discordantes. A veces se posa en un color que te gustaba y lo cubre alterándolo. Se aloja en el pelo y pareces un caracol. En los zapatos que miran la encrucijada y no saben qué camino tomar…Se pasa la aspiradora y esta cree que come bombones. Duda de si misma
En Bacaramanga cuidan mucho de que todos se encuentren bien. Estén a gusto, felices. Persona, renacuajo o ramita joven. Todo tiene un lugar. Por eso el sol pasa lista al amanecer y el viento recoloca las cosas en su lugar. Que nunca es el mismo, que en el baile nocturno todos se desmandaron un poco. Los cansados recuperaran las fuerzas porque es de ley que el cariño lo cura todo…y si no, cantaran para que lo obvien.
En Bacaramanga una abrió el tarro de los deseos. Tenía guardado uno que olía juventud. Lo repaso con la mano y sintió el paso del tiempo. Lo leyó y pudo reconocer los muchos buenos ratos pasados. Recordó la risa, la brisa y la prisa por crecer. Y sintió el roce. El deseo de volver se calmo, los recuerdos hacen refrescar la vida. Volvió a guardar el tarro, el ansia de vida supera todas las pretensiones.