viernes, 21 de mayo de 2010

A Bacaramanga llegaron los dos andarines. Eran vecinos y amigos y quedaban todos los días para caminar juntos. Un día salieron y la charla comenzó. El paseo se hizo tan interesante que no pararon. Solo tienen una conclusión: la tierra es redonda y bonita para los paseos. De la charla ninguna conclusión salió pero que gusto da caminar con un amigo y charlar de lo cotidiano, lo filosófico y el sexo.
En Bacaramanga cuando se organiza una fiesta o un viaje se ilumina la vida. Todos se ponen a prepararlo y esto es casi tan emocionante como el mismo evento. Las contrariedades se convierten en una gran oportunidad donde el entusiasmo es tan fuerte que parara los vientos, despejara las nubes y el sol comprara los billetes o los farolillos de colores. Se masca la impaciencia y como un chicle se pegara debajo de una mesa.
En Bacaramanga si sueltas un beso al aire sabes que no se perderá. Los besos se esconden detrás de una rama, entre los pétalos de las flores, debajo de una taza o en la arena de la playa. Si alguien se lo encuentra se lo queda y lo guardara siempre porque se hizo oscuro objeto. Cuando lo sensual aflora usan de estos besos sólidos que producen un cosquilleo en la barbilla y desprenden feromonas por tooodas partes.

jueves, 13 de mayo de 2010

En Bacaramanga la empatía es un don…donde tú sientes, yo siento. Donde tú ries, yo estoy y sin ir mas lejos, juntos podemos seguir viviendo porque en Bacaramanga todos los verbos se conjugan en presente. Y el amor se siente en las miradas, en el roce y el bostezo. El yo y el tú son la misma palabra.
En Bacaramanga todo tiene importancia. La Importancia se vende en bolsitas de a cuarto y mitad, casi regalada. Cuando las cosas pasan a ser cotidianas y por costumbre el color se hace más pálido, sea una situación o una cosa le echan una pizca de Importancia y los colores reviven. Las sensaciones vuelven a ser espectaculares y a poco que hagas sientes ese cosquilleo en el estomago que da la emoción al vivir plenamente.
Un día en Bacaramanga tenían que hacer un viaje. Prepararon las maletas, dejaron al perro con el vecino y partieron para el camino. Es difícil dejar Bacaramanga, aunque sea por poco tiempo. El pie izquierdo que es juguetón sale disparado y el otro se queda pegado al suelo. Hay que convencerle que solo son unos días, que hay mucho por ver…y al final es él, te convence que levantarse por las mañanas ya es comenzar un viaje y mirar alrededor desde lo alto de la mesa puede ser un descubrimiento.
En Bacaramanga cuando se encuentran dos amantes, de los que se aman con pasión desenfrenada, se besan. Y levitan. Cuando un niño te besa porque sí, levitan. También si encontraste un amigo, en el abrazo, ascienden del suelo. A veces en las reuniones hay muchos flotando. A más amor más altura. Unos que tanto se amaban, tanto se elevaron que hicieron el amor en la luna y esta, la luna recordó como besa el sol.
En Bacaramanga tienen suerte con el pelo. Siempre crece lo que uno desea. Ondea al viento como las hojas de los juncos y no cae al suelo, siempre se queda en el cepillo, así se puede reciclar. Y es que el pelo de los de Bacaramanga tiene una propiedad inaudita. Ya te digo que es muy ajustable, cada uno lo tiene casi como desea, pero…Su cualidad es que no disimula nunca jamás y según tus devaneos se pone de un color u otro. Aquí si dices no y es sí, tu pelo se pondrá del color del cielo un día de sol. Si dices que algo es seguro y no lo es, tu pelo tomara un tono amarillo casi verde.
En Bacaramanga saben que las semillas tienen sentimientos. Las simientes se trasportan en vagonetas con alas y se dicen refranes para animarlas. Para ir al campo las ropas son del color de la madera. Se plantan acompañadas de canciones y los sembradores parecen bailarines. Siempre es una promesa de gozo y la espera se rellena con días de sol y nubes. Y pasaran de vez en cuando con los instrumentos porque las semillas en la metamorfosis necesitan ritmo.
En Bacaramanga todos están contentos. Uno que pensaba mucho descanso. Tanto pensaba que los lunes sudaba ideas y los jueves tenia globitos con palabras en la punta de los pelos. No sabían cómo decirle que no se puede controlar todo. Que la vida es como el agua de un rio que corre libremente y las piedras, los meandros solo son parte del juego, sirven para divertirse y si en el camino encuentras una cascada…no te lo pienses dos veces, tírate. Ha caído tanta agua antes de tu llegada que hay un buen espacio para que puedas nadar.
Un día en Bacaramanga un viejo se dio cuenta de que llevaba toda la vida coleccionando datos. Podía decir el nombre de todas las estrellas. Hablar en todos los idiomas, incluso las lenguas de los animales. Tenía memorizados mil libros de aventuras y recordaba todo lo que le habían dicho desde que nació. Y en esto pensaba que por un día no iba a recordar nada. Pasó el día y se sintió bien. Nadie aprecio el cambio y él se dio cuenta de que a veces el olvido es refrescante y no hay que tener miedo cuando todo parece nuevo.
En Bacaramanga pusieron unas puertas automáticas en un lado. No dan paso a nada en concreto y además solo caben dos o tres pasando a la vez. Pero…Quien no dice: “Ábrete Sésamo!” Esta frase y otras similares divierten mucho a los niños. En este lado eres flor y en el otro un saltamontes azul. En este lado eres príncipe y en el otro has conquistado un planeta. Da mucho juego una puerta automática y Sésamo está muy contento.
En Bacaramanga la plaza preferida por todos es redonda. Uno se siente acurrucado cuando está en ella. Es redonda porque las sombrillas son redondas, las tazas de café, el sol y la sombra. Es redonda sobre todo porque es el camino infinito. Entras en el círculo y caminas. Juntos, en fila, rápido o despacio, siempre caminas. Siempre con la templanza del que se siente libre para dejarla cuando quiera.
A Bacaramanga a veces llegan individuos con la palabra en la boca. Tienen tantas ideas a convertir en palabras que salen a borbotones y escuchando se entenderían. Pero quien quiere beber palabras por muy largas que sean? Se les mira con atención porque no dejan de ser curiosos personajes. Algunos parece que solo respiran dichos. Y poco a poco entre un silencio y otro les cuentan que las ideas interesantes, las que son útiles o conmueven se dicen en pocas frases. Ellas solas, las ideas saben muy bien donde colocarse y en que nariz hacer cosquillas.
.- En Bacaramanga se cultivan unas plantas que dan un fruto enorme. No se come porque sabe a suela. Veréis…cuando están maduros se acercan, meten un pie y el jugo se les pega. Le puedes poner adornos de flores o chispas de luz y tienes los zapatos más cómodos y bonitos que jamás se hayan visto. Se pueden usar muchas veces y cuando te cansas…solo tienes que enterrarlos y saldrá otra planta. También se puede meter las manos y salen calentitos guantes.
En Bacaramanga no se puede…como que no? Uno se levanta por la mañana y no está solo aunque no haya nadie a su lado. Uno decide qué camino tomar. Aunque no tengas sed, bebes solo por recordar el sabor que tiene la ambrosia. Chistas al sol para que te haga un guiño y puedes dirigir al viento para que vuele tus ideas y las lleve a la factoría. Los pájaros están atentos cuando pasas porque a veces les indicas que canción te gustaría oír…¿Cómo que no?
En Bacaramanga la precisión se lleva hasta el límite…más o menos, dos o tres veces…y si no se consigue se va a casa del mecánico y te regalara un bote lleno. Lo mejor de todo es el olor a Narudí, o era Andurí, Unirda, Danruí, Durian…no sé. La precisión huele que apesta en Bacaramanga. Y es muy puntillosa.