domingo, 11 de abril de 2010

En Bacaramanga la precisión se lleva hasta el límite…más o menos, dos o tres veces…y si no se consigue se va a casa del mecánico y te regalara un bote lleno. Lo mejor de todo es el olor a Narudí, o era Andurí, Unirda, Danruí, Durian…no sé. La precisión huele que apesta en Bacaramanga. Y es muy puntillosa.
.- Un día en Bacaramanga llego un vendedor ambulante. Venía desde muy lejos y se acerco porque oía risas y música. Todos lo miraron con expectación y le preguntaron qué era lo que quería…vender, claro. Así que nadie perdió el tiempo, todos querían algo de lo que allí se vendía y fueron vaciando la furgoneta. El hombre nunca antes se había sentido tan a gusto, se relamía por las ganancias. Al terminar, se miro la cartea y solo tenía dentro risas y música. Lo curioso es que se fue muy feliz.
En Bacaramanga ser diferente no es cosa curiosa, todos lo son. Lo raro es ser igual, no parecido…igual. Hay uno que tiene la facultad de poder escoger y cada día se levanta con la imagen de otro, con sus sentimientos, sus alegrías, sus gustos…Y es complicado porque cuando se encuentran parece un espejo y el reflejado se sorprende de sí mismo.
.- En Bacaramanga la luz vive. Respira colores y piensa rayos. Hay un momento espectacular en que puedes tocarla. No duerme pero descansa un poco por las noches, para dejar que la luna juegue a brillar. Al amanecer por unos momentos se solidifica y puedes tomar una porción. Cuando se quiere pintar, teñir o colorear algo se toma un recipiente y va al hotel del horizonte. Te despertaran a la hora justa para tomar tu parte de luz. Lo que hagas con ella…es cosa tuya.
En Bacaramanga han pasado por el medio. Ese punto que está centrado. Lo que hay a un lado y a otro hace nudos. Y se vive arremolinados dando volteretas como las cintas que a pesar del nudo se convierten en un bonito lazo y sin duda es el adorno de un sorpresivo regalo. Aquí todos se enlazan y soplan para desatar los nudos, sobre todo cuando hay alguno en la garganta, producido por una emoción.
.- En Bacaramanga han oído que se hacen procesiones. Alguien dijo que la procesión se lleva por dentro y se han lanzado a la tarea. No es solo un caminar en grupo exaltado. Han decidido caminar juntos por las cavernas más profundas, las cuencas de los ríos y ver que se siente en el interior. Seguiremos informando.
En Bacaramanga los caracoles son infinitos. Aquí están clavados al suelo, solo se puede ver una entrada por donde el caracol sale a dar una vuelta. Las caracolas no paran de crecer y por eso perforan la tierra hasta las inmensidades. Nunca nadie pudo ver el final de los caracoles viejos. Se cree que atraviesan la tierra de un lado a otro. Y si pones la oreja en la entrada no se oye el mar. Oyes canciones extrañas, los suspiros de la tierra en un idioma desconocido por todos.
Un día en Bacaramanga se encontraron dos amigos. Hacia tanto que no se veían…que cerraron los ojos para no perder la costumbre. Abrieron las narices para olerse. Y sus manos se entrelazaron tímidamente al principio, con emoción después. Se hablaron tan dulcemente y bajito que sus orejas se quedaron pegadas una a la boca de la otra. Sus pestañas se enredaron y el cabello se trenzo en una sola coleta. Nunca más se separaron porque no hace falta. Ya son uno como todos los amigos.
Un día en Bacaramanga decidieron dedicarlo a contar. Cuantas galletas desayunan? Cuantos pasos se da para ir al baño? Cuantas sonrisas hacen falta para desear un buen día? Cuantos juguetes entran en una bañera? O los cuadraditos que tiene esa camisa tan bonita…Al anochecer se juntan y cuentan lo que han contado. Lo mejor es sumar todos los datos y ponerle nombre. A las cosas les ubican números, a los números le ponen nombres.
.- En Bacaramanga las buenas ideas se tienen generalmente a la hora de comer. Se emprenden al anochecer y en la madrugada se miran de reojo por si algo ha salido raro. Es en la mañana cuando el sol dará su beneplácito, el viento sacudirá los restos y en el aperitivo brindaremos con vermut por los buenos ratos pasados. A la hora de comer…otra buena idea será la que anime la sobremesa.
.- En Bacaramanga no hay maestros. Todos explican lo que saben porque la sabiduría tiene que salir, es…como tener pies y no bailar. Andar con ellos es lo suyo, pero bailar…es inevitable. Todo el mundo siente que es como una libreta de apuntes, los conocimientos la van llenando, solo hay que releer los apuntes. Claro que hay letras que lo enmarañan todo y aprendemos como bailar con la nariz.