jueves, 30 de septiembre de 2010

En Bacaramanga es difícil caer en la cuenta. Tiene alrededor una valla de madera con flores naranjas y esto evita despistes. Las sombras son diferentes. Pueden jugar a las adivinanzas o hacer excursiones sin contar con nadie más. Al sol no le gustan las impertinencias y se queda en lo alto para persuadirlas. Y ellas que a estas se dan cuenta y se sienten pequeñas no quieren perderse nada porque la vida de una sombra solo dura lo que el sol quiere.
En Bacaramanga los días buenos se repiten. Solo otra vez. Hay niños que han nacido dos veces de bonito que es el asunto. Hay días de amor que quieres doblar y una buena charla no se debe terminar si grandes resoluciones. O las fiestas donde hay tantos amigos que no te da tiempo a saludar y las canciones doblemente degustadas…Se repite la jornada y tus ansias quedan tranquilas. Un día puedes ser tú y otro…quien desees.
En Bacaramanga han encontrado una botella llena de Civilización. Repletita estaba de legajos cuidadosamente escritos. Leyeron y releyeron. El tapón tenia aroma a desinterés y por más que lo intentaban no podían dejar de oler aquel tapón. Tan fuerte era el aroma que volvieron a meter todo a la botella y la tiraron en un pozo abismal. El tapón también. La Civilización tenía demasiadas normas y aquí no se entienden.
En Bacaramanga hubo mercado y todos se pusieron colores por montera. El nuecero llevo las más hermosas nueces. El abichuelero hizo gala y collares de tan brillantes que eran. Las manzanas tenían un color espectacular y los tomates que llegaron verdes sonrojaronse por el aplauso. Y el rocío ante la idea de ser pendientes en orejas finas se vistió magenta y en copas camino por entre las mesas. Nadie se comió nada por respeto. 
En Bacaramanga no para de llover. Se desbordo una nube obesa que no quiere privarse de nada. Caen gotas rotundas de pros y contras. Se bañaron los secos. Los nadadores agitan sus brazos y solo se desplazan lo justo para que por debajo floten las hojas. Los pros llenando vasos andan y los contras echan rodajas de limón para que el trago sepa mejor.  La nube hace guiños y cuando ríe parece que truene. Sera mañana cuando el sol le regañe.

jueves, 23 de septiembre de 2010

En Bacaramanga es de ley la propiedad comutativa. Esto y aquello es igual a aquello y esto. Uno y Una son iguales a Una y Uno. Por eso nada es envidiable. Y a veces en las igualdades Uno trae manzanas, Una hace pasteles…y estos o aquellos se los comen. Si conmutamos…ni te cuento el orden que hay.
En Bacaramanga Inoportuna vive en un sótano. Revolotean las dudas en el pomo de su puerta que siempre esta pegajosa porque lo que más le gusta es la miel. A veces pisas la puerta despistado y ella cree que le llamas y abre. Y tú tontamente te caes. No te haces daño porque tiene hierbas alrededor. Un día quisieron vestirla de rojo, por verla venir y ella no quiso quitarse el color de la noche. Es feliz dando sorpresas.
En Bacaramanga hubo mercado y todos se pusieron colores por montera. El nuecero llevo las más hermosas nueces. El abichuelero hizo gala y collares de tan brillantes que eran. Las manzanas tenían un color espectacular y los tomates que llegaron verdes sonrojaronse por el aplauso. Y el rocío ante la idea de ser pendientes en orejas finas se vistió magenta y en copas camino por entre las mesas. Nadie se comió nada por respeto. 

lunes, 20 de septiembre de 2010

En Bacaramanga la autocomplacencia es un rito, un sentir. Aquí no hay dioses a quienes agradecer la naturaleza en la que viven. Por esto sienten que Todo es todos, que no es una cinta sin fin. El principio es el dormir y el despertar. Vivir conscientes de ser los creadores, los mantenedores, los usuarios de esto es la liturgia. 
En Bacaramanga a veces puedes ver cómo andan chupando, dando lengüetazos a las cosas, saboreándolo todo. No es que el aire sepa a dulce. Es que allí tienen la idea de que las cosas, la vida en general es como un helado de cucurucho. Todo tiene un aspecto apetitoso, lo miras y da la sensación de que sabe bien. Incluso las personas son sabrosas. Si ves algo y no le darías un lengüetazo…no es de Bacaramanga.
En Bacaramanga hay uno que no puede terminar nada. Empieza entusiasmado la tarea y nunca ve el final. Se sentía un poco atribulado por esto y no quería merendar. Un chico que por el lugar pasaba lo vio tan mirando al futuro que creyó tenía que ayudar. Lo llevo al árbol más grande que tienen. Sintió que era como un árbol, nunca terminan, rama tras rama miran al cielo y suspiran.  
En Bacaramanga con un solo ojeo pueden reconocer como se viste el día. Si el sol anda despistado los verdes se tercian oscuros y son las mariposas las que con paciencia tienen que decorar los campos. Si la luna se resfría y suda algodón serán las veletas las que giren para escampar las torundas. Y la gente suele cerrar los ojos mientras desayuna porque el olor a fresco lo invade todo y el café se hace rocío.
En Bacaramanga había uno que no oía. Se le gastaron los oídos. Desde siempre supo que esto pasaría porque tenía la facultad de oír sin querer. No lo podía remediar todo lo que sonaba, él lo sentía dentro, entraba por sus orejas como el agua por la boca de un vaso.


Uno que paso por allí le dijo…¿Por qué no oyes por los ojos? Y desde ese día espera que alguien pinte la vida para poder oírla.
En Bacaramanga tenían un Triz. Todos nacen con gran inventiva pero ellos en un afán de no desperdigarla la tienen depositada en este bello lugar. Allá que todos llegan con las nuevas ideas que rápidamente se ponen en marcha los miércoles al despuntar el día. Por la tarde ya han comprobado si quedara adjunto y en compañía. Un Beat le pone ritmo a los proyectos y causan sensación. Siempre se dijo, la inventiva da muchos problemas.
En Bacaramanga hay un método de siembra que gusta mucho. Todos escriben su nombre en las semillas y se insaculan, luego una inocente medusa las ira repartiendo por los campos. Cuando salen los frutos tienen escrito los nombres dentro y el que la ha cuidado llama al interesado que vivirá en su casa hasta la próxima cosecha. Esto es muy divertido porque los insaculados disfrutan con la sorpresa, es un sorteo en el que todos ganan.
En Bacaramanga hay una suerte que nace en la suela de los zapatos. Se desparrama como el olor y lo impregna todo. Unos dicen que es la pisada contundente del que baila, otros que es la tierra que en las huellas se regodea. Y dicen que los primeros pasos son los que cuentan porque en la avanzada llora el retroceso y es como un viaje al futuro. La patada es el exceso y trae complicaciones, demasiada suerte es nociva. Los pies se sienten cómodos siendo los portadores y se enteran de todo antes que nadie, qué pena hablen tan bajito.
En Bacaramanga puedes darle a la gula que no engordas. Puedes beber muchísimo. Y fumar lo que desees…ES BROMA! Esto es Bacaramanga no Jauja. Que sin ser tan bonito, las acciones no tienen consecuencias. Aunque no lo creas, es mucho más aburrido, tanto que algunos se han cambiado de lugar. Volverán en unos días, tanta juerga despista a la sabiduría y uno olvida hasta su nombre.
En Bacaramanga hay un tren que no necesita raíles. Tiene vagón restaurante y en la carta solo hay aceitunas y vermut. Como aquí no hay estación el tren llega a la puerta de todas las casas y para a su hora sin demora. Los retrasos son pactados…a los amantes hay que hacerlos esperar. Entran los ardientes y los pasajeros se bajan en la siguiente casa donde harán una fiesta mientras esperan vuelva a pasar. Que un encuentro ferroviario siempre es respetado sobre todo porque hay juerga asegurada.
En Bacaramanga hay una orquesta donde todos son instrumentistas. Son todos voluntariosos y gracias al buen oído que poseen todo suena muy acompasado. No es secreto el que las moscas se colocan cerca, se sientan en las orejas y son las que van ayudando a todos para que cada nota este en su sitio. Las moscas son unas melómanas increíbles. Hay un chico especial que no necesita moscas. Cuando él toca lo hace tan bien y le trasmite tanta pasión que todos se convierten en público. Tiene que parar de vez en cuando porque su música hace olvidar la respiración.
En Bacaramanga la primera intención es lo que cuenta. Suma posibilidades, resta inconvenientes y multiplica la oportunidad. Tienes ganas de beberte la vida y no necesitas ponerle azúcar porque la Intención puso de su parte. Los eructos suenan a blues.
En Bacaramanga se torno azul lo verde. Y malva lo amarillo. El naranja subió un tono y en rojo se convirtió…no salen de su asombro, ahora toca ver si esta tormenta de rayos y truenos termina bien. Los rayos juegan entre ellos y hacen lazadas, a veces parece macramé. Los truenos siempre quieren sobresalir y suenan como una gran orquesta de tambores.




Hay que parar para disfrutar del espectáculo. Las nubes ponen la bebida y los hornos asustados…escupen pan.
Uno de Bacaramanga se fue de excursión. Vio que celebraban una fiesta llena de color, carrozas con príncipes y principesas, colores en los globos y las palabras…y se unió a la fiesta. Alguien le pregunto qué era lo que se celebraba y no lo tenía claro. Sintió pena de los que solo se juntan, bailan, celebran fiestas en días señalados.
Un día en Bacaramanga una explosión de luz lo inundo todo. Entro por los grifos y los agujeros de la nariz. Se instalo en los pétalos, las semillas y en la arena. Todos se quedaron quietos aguantando la respiración por unos minutos y cerraron los ojos. Hoy toco luz purpura. Ya están a la tarea sacudiendo los pigmentos que han quedado repartidos por todas partes. Es gracioso, hacen pipi oriental…que parece tinta china.
En Bacaramanga tienen la costumbre de sentarse por las noches en los tejados. El aire se recrea con las ropas, aturulla los botones, que se desabrochan raudos. Se sientan y miran el cielo. La luna les hace ojitos que es zalamera y las pocas nubes pasan con cierta velocidad. Cuando ves este paisaje donde luna y estrellas aparecen y desaparecen por las de algodón tienes la sensación de que estas en el autobús y es la tierra la que no para hasta la próxima estación.
En Bacaramanga pasan cosas inesperadas. Brilla el sol, salen a merendar a la playa y llueve inesperadamente. No es el cielo que se molestó porque no fue invitado. Son los peces voladores que se sacuden y como están emparentados con los cangrejos…todos se comerán la merienda. Y no es de penar. Los cangrejos sueltan por detrás unas perlitas azules con las que se hacen los colgantes más bellos. Sirven para el verano porque siempre están muy fríos y se pueden chupar largamente.