lunes, 20 de septiembre de 2010

En Bacaramanga hay un tren que no necesita raíles. Tiene vagón restaurante y en la carta solo hay aceitunas y vermut. Como aquí no hay estación el tren llega a la puerta de todas las casas y para a su hora sin demora. Los retrasos son pactados…a los amantes hay que hacerlos esperar. Entran los ardientes y los pasajeros se bajan en la siguiente casa donde harán una fiesta mientras esperan vuelva a pasar. Que un encuentro ferroviario siempre es respetado sobre todo porque hay juerga asegurada.

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