En Bacaramanga nadie puede ser discreto. Eres feliz y paseas…una ráfaga de color anda detrás de ti. Estas contento y tu cara anda tan iluminada que no hace falta bombillas. Te sientes amable y cariñoso y cuando tocas el agua se vuelve tan clara que la luna se refleja hasta altas horas del día. Algunos silban y suena como si acompañaran muchos pájaros cantores. Y para que quieres ser discreto en Bacaramanga?

En Bacaramanga los juegos no tienen edad. Los niños no saben jugar a cosas simples. Los juegos son siempre diferentes y participan sin excepción y con gusto todos los habitantes. Se reúnen, piensan a que jugar y comienzan a construir la historia. Se crean circuitos, personajes, situaciones y cada participante es a la vez meta y triunfo porque aquí ganan todos. Jugando siempre se crece.

En Bacaramanga no hay reservas. Todo se hace bajo el sol o la luna, según toque y así se vea bien. No se reserva nada para los días especiales porque todos los días son importantes. No se reserva habitación porque aquí no hay hospederías. En todas las casas se deja en la entrada unas pantuflas para que el que llega se las ponga y se sienta como en casa. Se agradece el detalle contando las historias más increíbles que todos escucharan con placer. Los que tienen mucho que contar no se van nunca.

Un día en Bacaramanga la Esperanza cavilaba sobre que regalo hacer al Tesón. Por más que pensaba y miraba escaparates no veía nada que dejase a este con la boca abierta. Pregunto a los amigos, miro catálogos y al final acertó. Le regalo un pase para el dentista…esto sí que le dejo con la boca abierta!

Un día en Bacaramanga la Esperanza cavilaba sobre que regalo hacer al Tesón. Por más que pensaba y miraba escaparates no veía nada que dejase a este con la boca abierta. Pregunto a los amigos, miro catálogos y al final acertó. Le regalo un pase para el dentista…esto sí que le dejo con la boca abierta!

En Bacaramanga nadie se ríe un martes a las tres. No celebran nada, no recuerdan ningún hecho, no es obligatorio…solo es un martes y las tres y todo el mundo se pone serio…a ver quien aguanta más. Es difícil ser feliz y aguantar la risa cuando miras alrededor. Es toda una prueba y no gana nadie.

En Bacaramanga los colores son listos. Se diría saben música porque siempre entonan y cuando se mezclan dan exquisitas composiciones. A veces se colocan sobre las superficies esperando los toquen y saltan al aire para llenarlo todo de color. Aquí los colores se comen y sientan bien.

En Bacaramanga cuando llega la noche se ponen guapos porque saben que muchas de esas pequeñas luces que parecen estrellas no lo son. Son los agujeros por donde miran los niños antes de nacer para ver como son las personas o los sitios. Y solo ven lo que hacen de noche. Por eso suelen poner las fotos en el suelo para que se hagan una idea

En Bacaramanga todo esta tan integrado en el ambiente que a veces hay que buscarlas. Y eso que cada uno pinta las circunstancias del color que mejor le conviene. El otro día se vio una en el autobús que tenia la necesidad de color rosa con topos verdes.

9/11/09 .- En Bacaramanga hay uno al que le gusta apilar cosas. Las coloca ordenadamente y claro acaba haciendo pirámides. A veces hace muros alargados pero cuando todos miran la obra les entra mucha risa, tanta que el muro cae siempre. No pueden comprender para que quiere nadie poner barreras. La risa roja rebasa todos los riscos.

7/11/09.- En Bacaramanga las emociones fuertes suelen entrar por la puerta de atrás, así no se las ve venir y dan más turbación. Las gentes tienen un sitio especial para ponerlas. Primero se rebozan en harina, luego se bañan en huevo y se fríen. El sitio especial es la mesa donde todos se las meriendan muy a gusto y se acompaña con anís.

5/11/09.- Un día llego a Bacaramanga un planteamiento. Tenía una buena estructura, un buen enfoque…así que lo plantaron en una esquina de la plaza para que sirviese de expositor...además, poseía una buena base.


6/11/009.- En Bacaramanga tenían una elipse roja que daba muchos sustos. Unos días anda oblonga y hace risas con burbujas. Dentro de cada burbuja hay sorbetes de menta que anima a saltar a la comba con la elipse.

En Bacaramanga todo es tan especial que amanece cuanto sale el sol y comienzan las sombras a revolotear por todas partes. No se pueden estar quietas y odian la soledad. A llegar la tarde andan cansadas y solo salen a ver la luna las mas atrevidas estas se bañan en los pequeños charcos que deja el rocío. Cuando las sombras tocan algo le dan un sabor dulce y huele a calma.

Un día en Bacaramanga se fijaron las miradas en un punto. Aún se recuerda el lio que se monto para encontrar cada uno las suyas. Que las miradas tal que se sueltan se emparejan. Nada mas verse se enamoran y esa imagen nunca desaparece. Se refleja en los pomos de las puertas, en el brillo que tiene la lengua de una vaca o en las uñas de un gato pardo y en todas esas cosas que reciben la luz en un amanecer cualquiera.