viernes, 29 de enero de 2010

En Bacaramanga la risa se tiene en gran estima. Puedes sentir en los pies las gracias de las piedras que son, muy a su pesar los seres más chistosos del universo. Todos le echan la culpa al sol. Que parece soso pero les cuenta unos sucedidos tan graciosos que las piedras no pueden aguantarse. Los pies que son amigos de ellas se contagian y es normal ver a los de aquí riéndose solos o en multitud. Las sandalias de madera aíslan un poco porque siempre se ha sabido que la madera es mucho más comedida y solo sonríe entre las vetas.

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