martes, 22 de marzo de 2011

En Bacaramanga la Esperanza andaba liada. Siempre tenía un gesto cariñoso para todos y hacia galletas. Por las tardes salen a pasear y se acercan a su casa. Tiene un rosal hermoso y usan los pinchos para dejar el papel donde explican los deseos o las ilusiones. Ella al día siguiente les tendrá preparadas las galletas que serán de esas formas. Cada uno toma sus galletas y no hay nada mejor que comerse los anhelos a la puesta de sol.

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