jueves, 11 de noviembre de 2010

En Bacaramanga despertaron con alegría. El sueño salió por la ventana a mirar quien hacía sonar cascabeles. Todos acudieron aún sin vestirse porque la algarabía es lo que tiene. Allí en la plaza estaba plantada la carreta más colorida que jamás se vio. Era un chamarilero que traía cosas imposibles, versos en tarro o miradas lascivas en pastillas. Si entrabas epodías ver estrellas tomando el té. Jerséis tejiéndose a si mismos…No querías dejar de mirar.

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