domingo, 11 de abril de 2010
En Bacaramanga los caracoles son infinitos. Aquí están clavados al suelo, solo se puede ver una entrada por donde el caracol sale a dar una vuelta. Las caracolas no paran de crecer y por eso perforan la tierra hasta las inmensidades. Nunca nadie pudo ver el final de los caracoles viejos. Se cree que atraviesan la tierra de un lado a otro. Y si pones la oreja en la entrada no se oye el mar. Oyes canciones extrañas, los suspiros de la tierra en un idioma desconocido por todos.
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