domingo, 11 de abril de 2010

.- Un día en Bacaramanga llego un vendedor ambulante. Venía desde muy lejos y se acerco porque oía risas y música. Todos lo miraron con expectación y le preguntaron qué era lo que quería…vender, claro. Así que nadie perdió el tiempo, todos querían algo de lo que allí se vendía y fueron vaciando la furgoneta. El hombre nunca antes se había sentido tan a gusto, se relamía por las ganancias. Al terminar, se miro la cartea y solo tenía dentro risas y música. Lo curioso es que se fue muy feliz.

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