sábado, 8 de enero de 2011
En Bacaramanga todo el mundo es conocido, todos son amigos y saben de todos menos de uno. No sabemos más que su nombre y nadie, nadie sabe su apellido. Ignoto le dicen y firma lo mismo un esquivo beso que el color tornasolado de las hojas. Si hay un cesto con frutas en tu ventana es el, seguro. El escalofrío que recorre tu espalda, es su dedo. Una suerte saber que detrás de la sorpresa esta Anónimo.
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