jueves, 13 de mayo de 2010
Un día en Bacaramanga tenían que hacer un viaje. Prepararon las maletas, dejaron al perro con el vecino y partieron para el camino. Es difícil dejar Bacaramanga, aunque sea por poco tiempo. El pie izquierdo que es juguetón sale disparado y el otro se queda pegado al suelo. Hay que convencerle que solo son unos días, que hay mucho por ver…y al final es él, te convence que levantarse por las mañanas ya es comenzar un viaje y mirar alrededor desde lo alto de la mesa puede ser un descubrimiento.
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